Los productos low cost arrasan en ventas en todo el mundo

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La moda del low cost ha llegado para quedarse en nuestras vidas y es que a todos nos afectan los precios, da igual que sea un billete de avión, ropa, bienes que vende un proveedor a una empresa… no importa, todo nos afecta al bolsillo y, por ello, siempre miramos dos y tres veces antes de decidirnos a comprar. La realidad es que los productos que se han denominado de bajo coste están cada vez más presentes en nuestro día a día y, en algunos casos, sobre todo en las líneas aéreas, aunque veamos precios muy bajos, debemos de mirar bien antes de lanzarnos, puesto que nos podemos acabar encontrando una sorpresa desagradable a la hora de pagar finalmente. Pero lo cierto es que esta no es la única desventaja del low cost y es que como ocurre en todo en la vida, tiene sus partes buenas y malas. Así, a lo largo de este post trataremos de descubrir cuales son esos aspectos buenos y cuales son los no tan buenos que nos pueden acabar haciendo pagar más de lo normal.

En primer lugar, es necesario saber que en el low cost a veces influyen factores de terceros que pueden aminorar o encarecer los precios, por lo que no siempre se tiene que renunciar a algo para poder dar un servicio más económico. Un ejemplo de esto que os decimos lo encontramos en Adif, puesto que el administrador ha allanado el camino a los AVE ‘low cost’ al bajar el canon que cobra a las compañías ferroviarias por el uso de la red española. Pero este no es el único caso y es que como empresarios también podemos comprar a proveedores que nos sirvan una buena mercancía de calidad, aunque por diferentes motivos, a un coste mucho menor. Así que si esta es vuestra intención, nosotros os recomendamos que os paséis por la web de LiquiStocks, dado que en ella se pueden encontrar productos de diferentes categorías provenientes de liquidaciones de stock, por lo que sus precios son mucho más competitivos que los de otros proveedores y, por tanto, nos pueden ofrecer un mayor margen de beneficio, así como abren la posibilidad de venderlos como low cost, ganando lo mismo que si de un producto comprado a otro proveedor se tratase.

Pero entrando ya a analizar este modelo de negocio, tal y como decíamos al comienzo de la publicación, este tiene sus ventajas y sus dificultades para ponerlo en práctica. Ni es sencillo, ni cuenta con una fórmula mágica con la que conseguir rentabilidad de la noche al día. Así, los puntos a favor que destacan se pueden resumir en dos, los cuales son:

  • Adaptación al entorno. Se trata de amoldarse a la realidad de un nutrido grupo de consumidores que han visto cómo su capacidad adquisitiva se ha visto seriamente mermada y que, pese a todo, tienen que seguir gastando, aunque con un mayor control. Reducir de forma considerable los precios respecto a la media del sector da oportunidad a este segmento de población de acceder a productos y servicios.
  • Posibilidad de crecimiento. Por un lado, en un momento como el actual el modelo permite un mayor potencial de crecimiento en ventas, aunque eso no signifique necesariamente mayores beneficios.

Sin embargo, como os mencionábamos al inicio, al igual que ocurre con todo en la vida, al otro lado hay inconvenientes o, más bien, dificultades que pueden ser decisivos a la hora de poner en marcha un negocio con esta filosofía. Entre ellos, los más destacados a este respecto son:

  • El imprescindible control (estricto) de los costes. Hay quien dirá que es un principio que también se puede aplicar al modelo tradicional, pero en este caso el aquilatamiento debe ir mucho más allá. Reducir el precio hasta en un 30% respecto a la media del mercado implica un gran esfuerzo.
  • Riesgo de empeoramiento de la calidad. Tratar de ajustar los márgenes a costa de la calidad del producto o servicio final es ‘pan para hoy y hambre para mañana’. Caer en ese error es una tentación.

El low cost en la aviación

Uno de los sectores donde más estamos acostumbrados a ver el término low cost es en la aviación, puesto que es allí donde más tirón tiene. Los ciudadanos quieren disfrutar de las ventajas de la aviación, pero no por ello gastar grandes cantidades de dinero, por lo que recurren a servicios de bajo coste, los cuales, en muchas ocasiones, incrementan sus precios con diferentes recargos, como llevar una maleta de mano. Estos sobrecostes acaban derivando en que el usuario paga lo mismo o más que en una aerolínea convencional y aún encima lleva un servicio que puede ser peor.

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