Si vienes a las islas, ganarás calidad de vida.

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Gran Canaria

Canarias y Baleares han pasado de ser destinos vacacionales para convertirse en una seria opción en la que fijar una residencia estable, aunque se mantenga una actividad laboral o profesional relacionada con la península. Los que se han atrevido a dar el salto afirman que han ganado en calidad de vida.

Muchas personas trabajan en empresas con sede en la península desde los archipiélagos. Unos siguen vinculados a sus oficinas en Madrid o Barcelona y otros trabajan en una delegación insular de una empresa nacional.

En mi opinión, dos factores han hecho posible que este fenómeno se desarrolle: la irrupción del teletrabajo y la mejora de las comunicaciones entre los archipiélagos y la España peninsular.

El teletrabajo no ha tenido la repercusión que se esperaba, pero es una realidad, existe. Internet permite que se pueda teletrabajar en cualquier parte del mundo. Solo necesitas una conexión Wifi y un ordenador. El trabajo remoto ha tenido una incidencia especial en los profesionales autónomos y entre los freelancers. Trabajadores por cuenta propia que en la mayoría de los casos ofrecen servicios.

La mejora de las comunicaciones entre la península y las islas es otro factor determinante. Desde el aeropuerto de Son Sant Joan, en Palma de Mallorca, llegas a cualquier ciudad importante de la península en unos 45 minutos aproximadamente.

Desde el aeropuerto de Las Palmas de Gran Canarias o desde el de Tenerife tardas 2 horas 45 minutos.

Con el certificado de residente, un documento oficial que acredita que estás viviendo en las islas, te ahorras en los vuelos a la península un 75% del importe. Algo que anima a los trabajadores desplazados a visitar a sus familiares y amigos siempre que lo deseen.

Con las buenas comunicaciones que hay entre los archipiélagos y el continente, las distancias parecen más cortas.

Mi experiencia viviendo en Mallorca.

Durante 4 años estuve viviendo en Palma de Mallorca. Tres años en el barrio de Son Sardina y uno cerca de Puerto Pí.

He de decir que yo lo tenía fácil. Teletrabajaba antes de que el teletrabajo se hiciera popular. Para realizar mi trabajo solo necesitaba llevar el portátil encima y comunicarme periódicamente con mis clientes por teléfono o por Zoom.

Atravesaba un momento complicado en la vida, acababa de separarme y mi negocio no pasaba por su mejor momento. Una amiga de Mallorca me ofreció ir a vivir a su casa. Fue ella la que me dijo que lo que estaba haciendo en Barcelona lo podría hacer desde Palma, llevando una vida más tranquila.

Llegue a Mallorca en plena Semana Santa. Inocente de mí, pensé que me dirigía a una isla del Caribe. Arribé a la isla con ropa de verano. La temperatura en Mallorca no era diferente a la que podía encontrar en Barcelona o en Valencia. Más aún, cuando soplaba el viento se notaba más aún. Refrescaba a primera hora de la mañana, hacía calor a medio día y la temperatura bajaba un poco por la noche.

Palma me resultó familiar, era una ciudad cosmopolita. Me recordaba mucho a Barcelona. Pasear por la Calle San Miguel, por Plaza España o por la Calle Olmos era como moverse por las Ramblas y el Gótico. Solo que todo estaba mucho más a mano.

Me sorprendió su cultura, su gastronomía, su vida volcada en la calle. Con las terrazas de los bares a rebosar en invierno y en verano.

Cuando el último año, algunas complicaciones familiares me hicieron visitar Barcelona casi todos los fines de semana, no tuve ningún problema. Cogía el avión o el barco el viernes por la noche y regresaba el lunes a Mallorca antes de las 8 de la mañana para volver a la rutina.

Unos amigos se fueron a Gran Canaria.

El caso de Bibi y Pedro fue diferente. Cuando se fueron a vivir a Canarias ya eran pareja y trabajaban en una importante empresa de ámbito nacional. Su empresa les propuso que abrieran una delegación de la compañía en Las Palmas de Gran Canaria.

Ellos no se lo pensaron dos veces y dijeron que sí. Aquella era una oportunidad de prosperar en su carrera profesional. De asumir una serie de responsabilidades que en la península no hubieran podido recibir o, tal vez, les hubiera costado más tiempo.

Algo que le preocupaba a Bibi era el tema del alojamiento. La empresa les sugirió que visitaran la web Nordicway, una agencia inmobiliaria que gestiona ventas y alquileres de viviendas en toda la isla. A Bibi le sorprendió la cantidad de oferta inmobiliaria que había en la isla, incluso en invierno, que fue cuando se trasladaron. Me comentó que los precios de los alquileres eran más económicos de lo que ella pensaba.

Llevan viviendo en Las Palmas de Gran Canaria seis años. Han tenido su primer hijo allí y están contentos con cómo les está yendo en la isla.

Aún mantengo contacto con ellos. Me dicen que la vida en la isla es mucho más tranquila, que la gente es amable y que el clima es fabuloso.

Tal vez no viajen tanto a la península como lo hacía yo cuando vivía en Mallorca, pero sé que Pedro viaja a Barcelona con cierta asiduidad por exigencias de trabajo, para acudir a reuniones presenciales en la empresa y que la pareja pasa las vacaciones en la península visitando a la familia.

Las islas de la tranquilidad.

La web de turismo Illes Balears dice que cuando llega el otoño, Mallorca cambia de piel y se convierte en la isla de la tranquilidad.

Esto es así como lo oyes. Desde mayo hasta septiembre, la isla es un bullicio de gente. Sobre todo, los meses centrales del verano.

A mediados de septiembre, la presencia del turismo desciende considerablemente. No es que la isla pierda vida, al contrario, las calles de Palma siguen llenas, pero son más transitables y me atrevería a decir que el ambiente es más agradable.

Un porcentaje importante de los residentes en Mallorca trabajan directamente en el sector turístico. Los trabajadores de los hoteles trabajan duro los meses de primavera y verano y en invierno un año cobran el paro y al año siguiente el subsidio. La gente de la Mallorca se ha acostumbrado a vivir así.

Las calles y terrazas, que en agosto están saturadas de turistas británicos y alemanes, las ocupan los habitantes de la ciudad. Es el momento de disfrutar de la isla sin agobios. De conocerla en profundidad.

Sí, porque aunque trabajes en Mallorca, siempre tienes tiempo para dar una vuelta por la capital o hacer una escapada por el resto de la isla. Coger el tren de Soller y atravesar la sierra de Tramontana, con sus maravillosas vistas naturales, o descubrir los magníficos puertos de Portals o de Port de Andrax.

Los mallorquines son unos verdaderos amantes de los mercadillos. Para ellos son todo un acontecimiento social. Una oportunidad para moverse libremente por la isla y disfrutar de las maravillas que ofrecen sus pueblos.

El mercadillo de Santa María, que se celebra los domingos en un pequeño pueblo interior, a medio camino entre Palma e Inca, la gran ciudad industrial del interior, es un evento que aglutina cada semana a miles de personas.

El mejor clima del mundo.

Si hablamos de las islas Canarias, uno de sus mayores atractivos es el clima. La página web Hola Islas Canarias señala que este archipiélago tiene el mejor clima del mundo y aporta evidencias científicas que lo corroboran.

En 1996, la Universidad de Syracusa (EE.UU.) realizó un estudio climatológico comparando más de 600 lugares del mundo y situó a las Islas Canarias en el primer puesto del ranking. La investigación, dirigida por el prestigioso meteorólogo Thomas Whitmore, analizaba estadísticas como la temperatura del aire y del agua, los días de precipitación anuales y las horas de sol.

Con una temperatura media anual de 24º Centígrados, las islas Canarias son un paraíso en la tierra. A pesar de encontrarse en el océano Atlántico, el agua del mar mantiene una temperatura que oscila entre los 18º en febrero y los 25º en agosto. Esto quiere decir que nos podemos dar un baño en el mar en cualquier época del año.

La tranquilidad es otra de las características de las Canarias. No es exclusiva de Mallorca en temporada baja. Influye en la forma de ser de la población canaria. Un rasgo que me han comentado todas las personas que conozco que han vivido una temporada en las islas. En Canarias el tiempo pasa más despacio y la gente se toma las cosas con más tranquilidad. Un ritmo de vida al que si logras adaptarte a él, es beneficioso para tu salud física y mental.

Vivir en las islas no implica renunciar a comodidades. Las capitales de las islas son ciudades importantes que cuentan con todos los servicios que encuentras en una gran ciudad (asistencia sanitaria, educación, ofertas de ocio, etc.) Palma de Mallorca es la octava ciudad más poblada de España y Las Palmas de Gran Canaria la novena.

Irse a vivir a las Islas es una opción seria para ganar en calidad de vida.

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