Si algo nos dejan claros los odontólogos es que la mejor manera de evitar problemas bucodentales, es recurriendo a la odontología preventiva. Una vez se previenen los problemas o se resuelven, debemos proceder con una odontología conservadora. De hecho, la odontología preventiva es, con mucho más importante que cualquier tratamiento, puesto que reside en evitar la necesidad de realizarlos. Aunque eso no siempre sea posible.
Lo más habitual es acudir al dentista cuando aparece el dolor o se padecen molestias. Tener claro en que consiste la odontología preventiva y su grado de importancia, resulta indispensable para evitar los consabidos problemas de carácter bucodental y sus correspondientes complicaciones.
Teniendo en cuenta las razones por las que las personas no acuden al dentista, podemos decir que la mayoría somos plenamente conscientes de que debemos visitar a este profesional, por lo menos, una vez al año. Sin embargo, en muchos casos, lo obviamos y seguimos con nuestra vida hasta que surge el problema. Entre las razones por las cuales se evita asistir a la consulta, podemos destacar el miedo. Como nos afirma el Dr. Jaime Clavero experto en implantología y cirugía oral de esta clínica dental en Valladolid, junto al miedo, los costes derivados de las visitas al dentista, son la causa más común de que no se acuda a la cita correspondiente.
Es cierto que muchas personas no van al dentista porque ya han ido y saben a lo que se exponen, el dolor, las agujas y el sonido del torno dental, no ayudan. De ahí que los profesionales del sector, recurran a técnicas destinadas a que los pacientes se relajen y evitar que se produzcan las temidas molestias. En lo relativo a los costes, nos cuesta entender que es más importante mantener la boca en buen estado y evitar mayores costes. Sin embargo, como se trata de un coste que para muchos no es asumible, existen alternativas de financiación.
Podemos alegar la mala experiencia con un dentista como otra de las razones por las que la gente evita hacerse las revisiones pertinentes, por lo que se debe encontrar al profesional de confianza adecuado.
Más vale prevenir
La cuestión es que de no asistir al odontólogo de forma regular, la salud dental puede deteriorarse, desarrollándose caries, infecciones en la encía o cualquier otro tipo de afección que, a largo plazo, puede conllevar consecuencias de mayor gravedad. Tanto a nivel funcional como estético.
Teniendo esto presente, la importancia de la odontología preventiva, resulta fácilmente comprensible. Este tipo de odontología, se ocupa de realizar una evaluación del estado general de la boca del paciente, para tomar las acciones y medidas adecuadas. De esta manera se anticipan al desarrollo de enfermedades o condiciones que afecten a la cavidad oral. Un ejemplo puede ser evitar infecciones de encías, perdida de piezas dentales, la sensibilidad, caries…
Se trata de algo importante, puesto que muchos problemas de salud bucodental, son fácilmente evitables con solo aplicar algunas medidas preventivas. Lo que si resulta esencial es que para practicar este tipo de odontología preventiva, debe participar un dentista profesional. No basta con leer algunos consejos prácticos, puesto que requiere de interés y compromiso por parte del paciente. De hecho, este es el factor determinante, ya que debe ser quien siga las instrucciones proporcionadas por su odontólogo en todo lo relativo a higiene dental, e ingesta de algunos alimentos.
Los odontólogos que se ocupan de la aplicación de los tratamientos preventivos son el dentista general y el odontopediatra. En caso de que sea necesario, será el propio dentista quien se ocupe de derivar al paciente a un especialista u otro profesional.
En resumen: la función de la odontología preventiva, no es otra que la de actuar antes de que se produzca el problema.
Este tipo de odontología, se aplica en diversas situaciones que van más allá de la prevención de las afecciones que pueda sufrir la cavidad oral. De tal manera que se divide en tres niveles de prevención:
- Primario: basado en la reducción de la probabilidad o el riesgo de que aparezcan enfermedades y afecciones bucales.
- Secundario: el que se ejecuta cuando falla la prevención primaria. En esta situación se trata de aplicar un tratamiento odontológico que permita detener el avance de la enfermedad y mantenerla bajo control. Se ocupa de reparar los tejidos dañados.
- Terciario: de aplicación cuando los niveles anteriores no se han aplicado o han fracasado. En estos casos, la enfermedad ha avanzado, por lo que la odontología preventiva, se centra en limitar la lesión y evitar mayores y peores consecuencias a causa de la afección. Sustituyen los tejidos dañados para que se recupere la funcionalidad de la boca.
Con todo esto, podemos determinar que el inicio de la odontología preventiva debe hacerse desde antes del nacimiento de los dientes en los bebés. En ese momento, los pequeños deben iniciar su prevención de problemas bucodentales, recibiendo atención por parte de un odontopediatra. Este profesional verifica que la cavidad bucal se ha desarrollado correctamente, proporcionando a los padres las indicaciones necesarias sobre los cuidados que deben llevar a cabo.
De cualquier modo, nunca es tarde para iniciarse en la odontología preventiva, siempre y cuando, no se sufra una afección. Los tratamientos destinados a la odontología preventiva son las limpiezas dentales, la aplicación de flúor, la enseñanza de los buenos hábitos dentales, el sellado de fisuras, etc.
Claves de la prevención dental
Este tipo particular de odontología cuenta con sus particulares técnicas de aplicación. Técnicas que resultan clave a la hora de mantener una buena salud bucodental y evitar que se produzcan afecciones.
La base de la prevención reside sin duda en una buena enseñanza de las técnicas de cepillado. Estas técnicas deben ser apropiadas y llevarse a cabo de forma periódica. El uso de hilo y enjuague bucal debe hacerse tras cada cepillado, ya que se trata de la primera línea de prevención para evitar enfermedades bucales.
Aplicar un enjuague con fluoruro, es por igual relevante. Con esta técnica, se remineralizan los dientes, por lo que conviene hacerlo como parte de la rutina de higiene bucodental. Puede ingerirse por vía oral en caso de ser necesario.
El sellado de fisuras profundas en las cuales pude acumularse el resto de comida y servir de festín a las bacterias. Estas fisuras suelen producirse a consecuencia de caries, golpes o masticar algo duro.
Sin duda, informar al paciente sobre las posibles consecuencias que puede implicar un consumo excesivo de alimentos ríos en azucares y almidón, es otra de las pautas de la odontología preventiva.
Una buena limpieza dental con carácter anual y a cargo de un profesional, resulta esencial como medida preventiva. Elimina el sarro que provoca la aparición de la caries y permite comprobar si existe algún problema en la cavidad oral.
Lo que nos lleva a los exámenes bucales de forma periódica. Estos deben realizarse por lo menos una vez al año y, de ser posible, dos. Cumplir con las visitas al dentista, resulta esencial para prevenir el desarrollo de enfermedades, sobre todo si el paciente es propenso a ellas. No obstante, será el profesional quien determine la periodicidad más adecuada.
Realizar una radiografía de forma periódica permite detectar problemas que no son visibles a simple vista, como por ejemplo, las caries en la parte interdental. Además de que permite comprobar la mordida y el desarrollo de la mandíbula en los más pequeños y jóvenes.
En consecuencia de todo lo expuesto, solo podemos añadir algunos consejos de odontología preventiva que, por otro lado, ya hemos comentado de algún modo.
Visitar al dentista de forma regular, es una de las principales acciones de la odontología preventiva. De esta manera se evalúa el estado general de la boca, se realiza una limpieza dental profesional y se aplica el flúor, con lo que se evita que se desarrollen infecciones u otras patologías dentales.
Por supuesto, mantener una buena rutina de higiene dental. Cepillar los dientes después de cada comida o, por lo menos dos veces al día. Utilizar pasta de dientes que contenga flúor, recurrir al hilo dental una vez al día y realizar gárgaras con un enjuague bucal.
Aunque no lo hemos mencionado, la alimentación influye de forma notable en la prevención de patologías dentales. Mantener una dieta sana y variada, en la que se incluyan frutas y vegetales, ayuda al organismo a disponer de los nutrientes necesarios y combatir las infecciones que puedan producirse en la cavidad oral.
Por supuesto, evitar el exceso de alimentos azucarados, bebidas oscuras y alcohol, puesto que dañan el esmalte y aumentan las posibilidades de que se produzca caries, entre otro tipo de afecciones.
A consecuencia de todos estos cuidados, se obtiene los resultados deseados: detección temprana de problemas, prevención de enfermedades, ahorro a largo plazo, mejora de la salud en general y adquirir hábitos de vida saludables. Beneficios nada desdeñables, por el contrario, más bien deseables, puesto que todos queremos encontrarnos y sentirnos bien. Ahorrar dinero por ser cautos y prevenir, nos hace sentirnos mejor y los hábitos de vida saludables van a acompañarnos de por vida, con todo lo que ello conlleva.
En resumidas cuentas, la prevención es la mejor manera de evitar mayores y peores consecuencias, aunque exista un problema, siempre será más fácil de resolver.